Cortísima y personal.
Ser una nena de 9 años en 1994 significaba que no muchas de tus amigas van a entender que te guste X-Men. En mi caso, solamente una compartía eso conmigo.
Durante muchos años fui poco menos que una paria por el hecho de que me gusten los cómics, los mutantes, los superhéores. Incluso después de integrarme a mi grupo de amigos que les gustaba el animé (otro género pero que igual me gustaba), cuando volvía al mundo mainstream, eso seguía siendo raro.
Año 2014. Veo pósters de X-Men: Days of Future Past por todos lados. La gente sabe –vagamente– quién es Wolverine y quién es Magneto, y aunque no se emocionen tanto como yo, lo aceptan como algo más. Probablemente lo vayan a ver al cine y lo comenten con los amigos.
Muchos se indignarían por esto. Se jactarían de que ellos eran fans de X-Men muchísimo antes de que fuera popular y les espetarían en la cara que los que ahora van al cine lo hacen solo porque está de moda.
Yo no. A mi me encanta saber que esta historia que tanto me gusta ahora llega a más personas, que puede juntar nuevos fans, que puedo compartir esto con más gente.
Para mí, es la actitud anti-hipster. Share the love, ¿el resto qué importa?
Ayer fui a la avant premiere de X-Men: Days of Future Past y me volví loca de emoción. El jueves la voy a ver de nuevo y ahí les hago una reseña como corresponde.
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