En el Lejano Oriente un agricultor consulta los precios de la soja en Indiana (EUA), para saber a cuanto vender su cosecha. En ese mismo momento, mientras un abuelo sonríe porque está charlando por video chat con su nieto, un ejecutivo chequea el horario de salida de su vuelo y una adolescente encuentra información sobre el destino turístico que planea visitar en las vacaciones. Todos ellos han acudido a un mismo lugar: Internet.
Con casi dos mil millones de usuarios a través del mundo (1.975.515.000 en 2010), Internet ha revolucionado la forma de acceder a la información y comunicarnos. En un principio la aceptación era mayor entre los jóvenes, pero ahora la brecha se ha extendido para arriba y para abajo y casi cualquier persona con la habilidad mínima suficiente como para manejar una computadora puede acceder a esta enrome biblioteca virtual sin bibliotecarios.
¿Es seguro caminar por la telaraña social?
Claro, en la medida que ha avanzado la cantidad de usuarios de Internet, hemos buscado las formas para poder comunicarnos y compartir nuestros gustos, aficiones, e ideología entre grupos afines. Así nacieron las redes sociales. Hoy, casi todos tenemos una cuenta en alguna red social…
Y eso no es necesariamente malo. Podríamos pasarnos el día mencionando los beneficios que ofrecen redes sociales como Facebook, Twitter o LinkedIn. El problema es si verdaderamente son redes seguras dado que, de acuerdo al pulso que emiten los usuarios, éstas mutan constantemente y el uso para el cual fueron creadas no siempre es el uso que le damos los usuarios.
Mónica Arenas, experta en protección de datos y redes sociales expone : «Las redes sociales son importantes canales de comunicación e interacción pero, ante la gran cantidad de información personal que los usuarios exponen en estas redes (y no sólo concerniente a su privacidad, sino también a la de sus conocidos), se hace necesario prestar atención a la protección de la misma».
¿Notamos? Dice «gran cantidad de información personal». Casi todos nosotros hemos publicado alguna vez una foto nuestra, o de nuestra familia en Internet, muchos ingresamos nuestros datos personales y profesionales en formularios, compartimos nuestros gustos, nuestros paseos, informamos lo que estamos haciendo «en este momento», compartimos nuestro mail y hasta nuestro teléfono.
¿Sabías que simplemente con nuestro número telefónico se puede averiguar nuestra dirección? ¿Tenías idea que también, y de manera sencilla, con nuestro nombre puede averiguarse nuestro DNI/CUIL y con eso decenas de datos más, como por ejemplo dónde trabajamos?
Ok, la idea no es que nos pongamos paranoicos. ¿Entonces? La idea es que verdaderamente comencemos a ser conscientes sobre la necesidad de tener protegidos nuestros datos personales y los de nuestra familia. Cabe que nos preguntemos: ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida privada? ¿La estamos regalando?
Es una obviedad decirlo, pero no toda la gente en este mundo es buena, incluso la que te dice que lo es. El problema es que este detalle lo olvidamos al momento de subir a Facebook esa hermosa foto que sacamos recién con nuestro celu donde se nos ve a toda la familia tomando solcito en Pinamar, o activamos la geolocalización. ¿Sabés qué pasa cada vez que hacemos eso? Nuestra casa tiembla, porque se gana un número para el sorteo nocturno de la lotería de los ladrones.
Y ni hablar de esa foto que te tomaste con el celu la semana pasada en el espejo del baño. ¡Saliste preciosa… re sexy! El tema es que como ayer te peleaste con tu novio y está enojado porque te vio saliendo con otro, se la pasó a todos los amigos y la subió a sitios que no te gustaría imaginarte. Ahora está disponible para cualquiera, sí CUALQUIERA. Sin mencionar el tema de la suplantación de identidad o, peor aún, los depredadores sexuales…
Y no, no es un problema sólo de los adolescentes. Frená un segundo acá y meditá… pensá en tu caso, si ya sos adulto, cuantas fotos publicaste en Twitter, Flikr, Facebook, Blogs, Fotologs, etc. «Yo cuido mucho las cosas que subo a Internet», podrías decirme. ¡Y yo voy a felicitarte sinceramente! =) Pero permitime un humilde consejo: Nunca bajes la guardia. Puede pasarle a alguien de tu familia y las consecuencias serán devastadoras igual.
Recuerdo una ilustración que vi una vez en un libro, se veía un soldado romano, con expresión valiente, mirando al horizonte confiado en su armadura y su ejército. Lucía completamente ataviado para recibir al enemigo: Yelmo, pechera metálica, espada, escudo… pero de forma muy sigilosa una serpiente estaba por morderle el talón… ¿Comprendés la ilustración? El ataque no siempre va a venir de donde lo estás esperando.
¿Estamos haciendo algo para mejorar?
Me ha llamado muchísimo la atención una campaña llamada «Think before you post» que sería algo así como «Pensá antes de publicar». No es una campaña nueva, pero es de esas campañas que se mantienen vigentes y trascienden el paso del tiempo. Cuando la vi me quedó grabada en la mente y trato de compartirla siempre que puedo. Hoy me toca compartirla con ustedes. Mirá este video, prestá atención a las caras, los gestos, y la tensión que se va generando a medida que avanza el mismo:
Impresiona un poco ¿No? Y nuevamente se repite el viejo adagio: «Cualquier cosa que publiques en linea, cualquiera puede verla. Familia, amigos y hasta personas poco amigables».
¿Contamos hasta diez?
¿Te acordás cuando papá o mamá nos decían que antes de actuar debíamos contar hasta diez? Ahora que somos grandes notamos cuan sabias eran esas palabras. ¡Los problemas que nos podríamos haber ahorrado si no hubiésemos abierto justo en el momento inadecuado nuestra gran bocota! ¿No? Afortunadamente muchas de esas metidas de pata se nos perdonaban por el sólo hecho de ser niños. Pero los peligros crecen con nuestra edad y, en la medida que crecimos, los problemas a los que nos podemos enfrentar y las consecuencias, crecieron también. Nuestras metidas de pata ahora pueden convertirse en un gran dolor de cabeza para nosotros y nuestras familias.
Acá está el equivalente moderno de contar hasta diez: Hacernos unas sencillas preguntas que nos ayudarán a decidir si debemos publicar esa foto o esa información que tenemos en mente…
Es hora…
Es hora de darnos cuenta que nuestra vida privada y la de nuestra familia y amigos no está en venta ni en alquiler. Si vamos a etiquetar a un amigo en una foto que estamos subiendo al Facebook, pensemos si ese amigo realmente estaría de acuerdo con eso. Y no permitamos que otro suba información o fotografías nuestras sin nuestro consentimiento.
Es hora de hacer un autoanálisis. ¿Colgaríamos fotos de nuestra fiesta privada en la puerta de casa para que los que pasen puedan verla? ¿Dejaríamos que un extraño revise nuestras anotaciones privadas o diario personal? Si en el mundo 1.0 cuidamos de forma exhaustiva nuestra privacidad, ¿por qué la exponemos en el mundo 2.0? Internet no es otro mundo, es solo un reflejo del mundo en que vivimos. En todos lados hay gente buena y gente mala. Internet no es la excepción.
Es hora de recordar que, finalmente, nunca sabremos a ciencia cierta quién está del otro lado del monitor.
Sobre el Autor: Asur, es un ferviente amante de la tecnología. Inquieto por naturaleza tanto de cuerpo como de alma. Lector entusiasta, muy curioso, preguntador compulsivo y conversador. Podés encontrarlo también en www.cosas-simples.com.ar Y podés seguirlo en Twitter como: @asur
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