A mediados de diciembre, como si este año no hubiese sido suficientemente generoso conmigo (¡gracias! ¡acepto más para 2018!), pude cumplir mi sueño de conocer «el fin del mundo», nuestra hermosa provincia de Tierra del Fuego, al sur de Argentina.
Ushuaia, la capital de la provincia, es la ciudad más austral del mundo. Esto quiere decir que no hay ninguna otra ciudad (aunque sí algunos pueblos y bases militares) más al sur que ella. De hecho, no muy lejos de la ciudad, en la Bahía de Lapataia, en el Parque Nacional Tierra del Fuego, está el final de la Ruta 3, parte de la Ruta Panamericana, marcando lo más al sur que se puede llegar caminando o en algún vehículo por tierra. Después de eso, ya no queda otra que subirse a un barco o empezar a nadar (figurativamente hablando, claro está: el agua está helada todo el año).
Épico, ¿no?
Pero bueno, suficiente sobre mis desavaríos sobre lo simbólico del lugar. Concretamente: ¿qué fui a hacer a Ushuaia?
Me fui invitada por los amigos de Hoteles.com (¡gracias!) para experimentar unas mini-vacaciones activas, o, como se le llama en el ambiente, «activacaciones». Esta tendencia que cada vez se nota más entre los viajeros jóvenes (entre los cuales, permiso, voy a incluirme) se trata de dejar de lado los viajes de «descansar y no hacer nada», para en cambio combinar los viajes con actividades que involucren experiencias, vida al aire libre y hasta ejercicio.
Ok, ok, pero hablanos de Ushuaia
En la ciudad nos quedamos en el exclusivo y absolutamente hermoso hotel Los Cauquenes.
Los Cauquenes es el único Resort & Spa de alta gama ubicado sobre la playa del Canal Beagle, a espaldas de los picos nevados de la imponente Cordillera de los Andes y a sólo 4 km de la ciudad de Ushuaia. Cuenta con 54 habitaciones y suites, acceso directo a playa privada y privilegiadas vistas en todos sus espacios. La mayor parte de la habitación tiene una vista excepcional del lago o las montañas.
Mi habitación tenía vista al canal de Beagle y les juro que parecía salida de un cuento.
El hotel cuenta con su propio crucero para visitar las islas y los nidos de pingüinos, así como guías profesionales para conocer lo mejor de Ushuaia, hacer trekking en el Parque Nacional o hacer Kayak en el lago. Y ahí es donde las cosas se pusieron activas.
El primer día hicimos una excursión terrestre y acuática organizada por Los Cauquenes. El tour incluye la visita a Tolhuin, para ver la flora y fauna local y disfrutar de la naturaleza.
Almorzamos en la cervecería artesanal Garibaldi, donde degustamos no solo bebida sino una picada y una cazuela de cordero que, con el frío de afuera, parecía hecha por los ángeles.
Y por la tarde unos instructores de kayak nos enseñaron a navegar por uno de los lagos desde una perspectiva diferente. A mí hacer kayak es algo que me encanta, aunque confieso que el viento de Tierra del Fuego hace que sea una experiencia desafiante. Muy activacaciones.
Al día siguiente hicimos check-out temprano, dejamos las valijas en el hotel, y fuimos a conocer el Parque Nacional Tierra del Fuego desde dos perspectivas: tierra y agua. Una breve caminata por el parque nos ayudó a conocer más sobre la flora y fauna del lugar y a disfrutar de los senderos con paisajes únicos.
Allí es cuando llegamos caminando hasta la Bahía de Lapataia, y cuando no se podía seguir caminando hacia el sur, el pequeño crucero de Los Cauquenes nos llevó a descubrir las diferentes islas y mientras el guía nos explicaba sus características.
Los dos highlights del crucero fueron ver el Faro Les Eclaireurs de cerca, que parece salido de una historia de ciencia ficción:
Y encontrarnos con una picada de súper lujo al volver a subirnos al barco después de la ventosa isla Bridges.
Ushuaia y Tierra del Fuego tienen mucho para ofrecer, y no importa si son argentinos, latinoamericanos, o de cualquier otra parte del planeta, visitar «el fin del mundo» definitivamente tiene que estar en la bucket list de cualquier viajero.
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