Este jueves se estrena Robin Hood, y aunque me tuve que perder la avant premier porque otras responsabilidades me requieren, tuve la oportunidad de pasar unas horas muy divertidas esperando el estreno.
Fuimos con unos cuantos bloggers y twitteros a aprender arco y flecha para ambientarnos en la época de aquel «bandido» que robaba a los ricos para dar a los pobres, y nos divertimos muchísimo. La técnica tiene sus vueltas, es casi como un ritual, y la verdad es que con el arco en la mano uno se siente un poco Robin Hood (o Lady Marion en mi caso):
El cuerpo mira a la derecha, el arco sobre la pierna izquierda, medio inclinado. La flecha se pone mientras el arco está abajo, y luego lo subimos hasta la altura de los hombros. Con el brazo izquierdo a medio extender se tiene el arco, mientras que con la mano derecha, justo por debajo de la flecha, tiramos hasta que la mano llegue por debajo del ojo. Miramos fijo al blanco, y soltamos. Antes de darnos cuenta la flecha ya está clavada (con suerte) a donde la enviamos.
Encabezando este post está el video que filmó mi amigo el Capitán Intriga, donde pueden ver a quien les escribe junto a Santiago Do Rego practicando unos tiros magistrales. Bueno, no magistrales, pero déjenme presumir un rato.
Una de las razones por las que la pasé tan bien es porque Robin Hood es una de las historias que conozco desde chica (aunque la versión de Disney es muy diferente a la que se va a estrenar esta semana y espero poder ir a ver pronto). De alguna forma me gusta ponerme «en la piel» de esos personajes, aunque sea por un rato y de una forma muy lejana, pero mi niña interior se pone feliz.
¿A ustedes les pasa lo mismo? ¿Tuvieron alguna experiencia en la que, de grandes, sintieran que se ponían en la piel de algún personaje que les gusta?
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