La abundancia de actualizaciones de estado en Facebook no hace más que hacer sentir a los usuarios que pasan mucho tiempo en las redes que los amigos son más felices que uno. Lo que termina causándoles una gran tristeza. Así lo reveló un estudio de enero publicado por Cyberpsychology, Behavior and Social Networking.
No es de extrañar ya que las redes sociales pueden parecer esa tierra ideal donde muchos de nuestros amigos y contactos llevan una vida armoniosa. Todos lucen exitosos en sus trabajos, dichosos en el amor, con una vida social hiperactiva y todo muy color de rosa. (Esto claro, si no se les da por hacer vaguebooking).
Estando en casa, solos, un aviso de que un amigo que está reunido en un bar, más allá de nuestra propia voluntad, pueden hacernos sentir angustia, ansiedad y hasta cierta incomodidad, síntomas del síndrome llamado Fear Of Missing Out (FOMO) según Jenna Wortham, del New York Times.
Todo esto sin contar la casi irresistible tentación de espiar muros de ex novios, ex amigos (¿o enemigos?) que pueden informarnos de cosas que, la verdad, es mejor no enterarse.
En realidad, ver qué piensan y hacen nuestros contactos a diario no deja de ser una forma de “convivencia” con ellos y ya se sabe que convivir no es tarea fácil. Los malos entendidos y las discrepancias afloran con la rutina y muchas veces los amigos terminan peleándose. El proceso lleva el nombre de teoría de la selectividad socioemocional y no deja de ser un fenómeno común a medida que las personas crecen.
Más allá de este estudio, que respalda con números que pasar mucho tiempo en Facebook deprime, hay que saber relativizar los resultados. Por empezar, resulta difícil pensar en el uso abusivo de algo que no lleve a la depresión, y en eso la creación de Zuckerberg poco tiene la culpa. No nos olvidemos que otro estudio apunta a que estar sin Internet también puede tirar abajo el estado de ánimo.
Sería más lógico pensar que siendo Facebook el nuevo terreno donde gran parte de la vida social transcurre, las miserias, las peleas y las tristezas también surjan aquí. Por una vez, tal vez sirva desdramatizar el asunto: a nuevas costumbres, nuevos problemas, sólo eso. No siempre la tecnología tienen que tener la culpa de todo.
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