La música es una de las máquinas del tiempo más potentes.

En un mismo instante tengo 39 años en Madrid, pero también tengo 20 años y estoy en Villa Gesell con mi mejor amiga. Tengo 23 años en Buenos Aires, estoy perdidamente enamorada. Tengo 30 años todavía en Argentina, creyendo que lo entendía todo, y al mismo tiempo 35 años en España, tratando de integrar mi nueva vida con la que dejé atrás.

Qué fiestón el recital de Miranda! en Madrid. Bailé con amigas y con extraños. Salté, grité, canté. Disfruté cada minuto. Lo di todo, y volví a casa con el corazón lleno.

En estos momentos se me hace más patente que nunca que el tiempo no es lineal.

O, como diría mi Doctor favorito: “it’s a big ball of wibbly-wobbly, timey-wimey stuff”.