Hace una semana estuve en un foro de turismo sostenible en Évora, Portugal: A World for Travel, una gran conferencia llena de expertos enfocada en los viajes sustentables, y el futuro del turismo en un mundo que ha cambiado por completo.
El objetivo fue intercambiar puntos de vista y comenzar a delinear acuerdos y acciones inmediatas para poder garantizar la sustentabilidad de una industria que por muchas, muchísimas cosas positivas que tenga, también conlleva un gran problema de impacto medioambiental y en las comunidades locales.
Para poder mejorar es fundamental saber dónde estamos parados. Para eso los equipos de A World for Travel y el Resilience Council desarrollaron una línea de base de dónde se encuentra actualmente la industria de viajes en términos de acciones y objetivos sostenibles. Y con estos datos desarrollaron los cinco actos urgentes que son compromisos con la sostenibilidad:
- Ofrecer opciones / incentivos de compensación de carbono confiables
- Comprometer con un plan de reducción de carbono para cada sector
- Priorizar las inversiones para desarrollar el turismo sostenible
- Invitar a las comunidades a co-diseñar soluciones turísticas
- Acelerar y fortalecer las cadenas / ecosistemas de suministro locales
Pero lo importante de esto es que no solo quede en una promesa hecha en Évora, sino que muchos de los ponentes y asistentes fueron ministros y oficiales de gobierno con capacidad de implementar estos compromisos en sus países y ciudades.
En palabras de Christian Delom, secretario general de A World for Travel:
“La industria de viajes en su forma actual no puede continuar. Estos cinco compromisos, desarrollados por ministros de turismo y líderes de la industria, representan cambios drásticos que pueden implementarse para apoyar la transformación de los viajes para un futuro más sostenible. Respaldamos estos actos y hemos asumido nuestro compromiso con la industria de que aumentaremos los mensajes, facilitaremos las asociaciones, compartiremos información y datos clave, abogaremos por el liderazgo intelectual en todo el mundo y encontraremos una manera de medir estas iniciativas para lograr un progreso significativo. Nos solidarizamos a través de nuestro comportamiento.»
Hasta ahí en cuanto a lo que pueden hacer los responsables de turismo. Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, los viajeros?
Volví de Évora inspirada para hacer este video:
Hay grandes razones por las que cuando pensamos en viajes y turismo, lo vemos como algo positivo:
Para los viajeros, porque nos puede abrir la mente y porque explorar y conocer es un deseo intrínsecamente humano. Eso es real.
Y para los destinos, porque tradicionalmente se lo considera una forma de contribuir al crecimiento económico.
Solemos pensar en el turismo como una industria positiva, que genera valor para bienes que no son necesariamente materiales, como la cultura o el patrimonio histórico. Y esto a su vez se usó mucho para atraer visitantes: el coliseo, la Mona Lisa, el cerro de los siete colores…
El turismo que lleva gente a gastar su dinero en visitar estos lugares lleva a la creación de nuevos puestos de empleo, negocios y crecimiento económico. No sería incorrecto decir que el patrimonio histórico y cultural es lo que impulsó la era de turismo moderno.
Y hasta ahí todo bien, pero…
Mientras crecía el turismo, fueron creciendo las experiencias que se ofrecen, la promoción, todo el complejo económico construido alrededor de eso.
Más experiencias = más visitantes = más ingresos.
Pero ese aumento no se traduce necesariamente en una mejora para la vida de quienes habitan esos espacios. De hecho muchas veces sucede lo contrario.
Cuando los turistas VAMOS (me incluyo por completo) consumimos recursos que quizás sean limitados, generamos basura, podemos dañar los mismos sitios que amamos y deseamos visitar por el hecho de viajar en masa, y generamos una disrupción, un trastorno social y cultural.
A medida que el turismo creció, se convirtió en la víctima de su propio éxito.
Y aquí es donde se abren las preguntas:
¿Cómo protegemos estos patrimonios naturales, culturales o históricos, sin cerrarlos al público, o sin hacer una restricción tan grande que solo puedan acceder los ricos?
La respuesta obviamente no la tengo, pero hay un concepto del Foro que me quedó mucho y que se alinea con lo que creo que es mejor:
Prosperidad para todos, en vez del lucro por sobre las personas. No estoy hablando de comunismo, sino de un balance.
De enfocarnos en las comunidades, en celebrar el pasado histórico, en preservar los monumentos y obras que lo representan, y en respetarlo.
Viviendo en Europa, y hablando con personas de muchos otros países, más allá de todo lo malo, una de las sensaciones que se sentía era la de «serenidad», sobre todo en las grandes capitales históricas y en los destinos más populares. No digo en el peor momento, sino en el intermedio entre que terminaron los confinamientos y antes de que se reabra el turismo.
Creo que esto pasa en todo el mundo, y tiene que ver con esto de tratar ciudades como si fueran parques de atracciones.
¿Cómo podemos conservar esa serenidad y al mismo tiempo continuar viajando?
Un lugar para empezar es comenzar a incluir más a las comunidades locales dentro de los viajes que planificamos, y dentro de lo que se promociona y ofrece a los viajeros. Que el viaje deje de ser tanto un bucket list o una checklist de fotos para hacer, o un álbum de figuritas que ir llenando.
Claro que hay ruinas y sitios históricos que todos queremos conocer, pero más importante que ver las piedras es saber la historia y el significado que tienen.
Y lo bueno es que cada vez más viajeros empiezan a buscar experiencias más significativas, y si alguno de ustedes nunca se lo había planteado, por lo menos me encantaría dejarlos con la inquietud.
Empezar a buscar, ofrecer y promocionar más experiencias de «segundo nivel», no por calidad sino porque son menos populares, lugares más aislados o menos visitados, que igual nos nutren la curiosidad y nos hacen conocer el lugar y su historia tanto como ese punto para el que hay que esperar tres horas bajo el sol para ir sacarse una selfie.
Esto tiene de bueno que también descongestiona los lugares «top», y entonces cuando sea el momento de ir, sea con cupos más limitados o con mucho tiempo de antelación, la experiencia va a ser más placentera.
Y creo que eso también es algo que, por lo menos en los papeles, podría ser mejor: cupos más reducidos, con tiempo de anticipación. Sacrificar un poco la inmediatez en pos de experiencias más placenteras, significativas y sostenibles.
Dar pequeños pasos, uno tras otro, hacérselo fácil a la gente desde las empresas y destinos, y fomentar entre los viajeros los viajes más respetuosos. Porque no todos pueden ser 100% sostenibles, pero todos podemos serlo un poquito. Y luego cada vez un poquito más.
Muchas personas caen en la falacia de que si no se puede ser perfecto entonces no sirve de nada. O que como las corporaciones son las que más daño hacen (cierto) entonces los usuarios no deberían cargar con la culpa. Que también es cierto, pero lo pragmático es que estamos todos en el mismo barco, y todos tenemos que poner de nuestra parte.
Porque además en un sistema capitalista, a medida que los usuarios empiezan a pedir cosas distintas, las corporaciones empiezan a responder.
Y las empresas de turismo tienen que adelantarse a esa demanda, y empezar a ofrecer y promocionar mejores viajes y experiencias.
Hace un par de años hice un video en el coliseo romano donde de alguna forma empezaba a darme cuenta de esto, aunque por supuesto no tenía todo el marco conceptual que aprendí en el Foro de Évora. Que las grandes ciudades son transitadas por los turistas como si fueran parques de diversiones, cuando no es así.
Y una vez más quiero dejar en claro que no solamente yo no tengo la respuesta, sino que soy parte del problema, como todos nosotros. Pero el primer paso es darnos cuenta, y poco a poco empezar a empujar los cambios positivos que necesitamos para que podamos seguir viajando y cuidando esos sitios a los que viajamos.
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