Como les prometí, les voy a ir contando, entre los posts del blog, cómo es empezar a usar Windows 7. Y qué mejor manera de comenzar que desde el principio: la instalación.
Hay muchas maneras de instalar esta versión de Windows, ya sea descargando la imagen del disco, utilizando un disco USB, o teniendo una copia del DVD. En mi caso, tengo el DVD que me dieron los chicos de Microsoft, así que no tuve que recurrir a ninguna de las ingeniosas prácticas que vi en otros lados.
Preparando el disco.
Mi idea era formatear el disco antes de instalar Win7, para que quede todo limpito y sin el desastre en el que se convierte mi XP cuando pasa el tiempo. Cuando puse el disco de instalación me dio dos opciones:
1- Actualizar el sistema operativo
2- Hacer una instalación limpia
Elegí la instalación limpia esperando que le tire una bomba nuclear a mi disco y luego instale 7, pero lo que hizo fue reemplazar los archivos del sistema, dejando muchas carpetas y archivos que ya no quería, todavía en el disco.
Lo ideal entonces, si quieren un nuevo comienzo con Win7, es o instalarlo en un disco ya formateado, o asegurarse que su sistema actual esté bien limpito antes de pasarse. (En mi caso formateé todo con mi disco de instalación de XP y volví a instalar 7).
La instalación propiamente dicha.
Más allá de ese paso previo, que de ninguna manera es obligatorio, la instalación es muy buena. Casi totalmente desatendida, solo hay que elegir un par de opciones como el idioma, la hora y la ubicación geográfica, y se pueden ir a bañar, tomar un café o mirarse un capítulo de su serie favorita mientras el sistema se actualiza o instala.
No tarda mucho, aunque depende de la velocidad de cada equipo. Mi notebook es de 2006 y la instalación se hizo en aproximadamente una hora, mientras yo hacía otras cosas.
Lo que me gustó mucho es que casi no requirió de mi intervención, y cuando terminó, estaba listo para usarse. Se habrá reiniciado solo una o dos veces y no me pidió que configure 8 programas distintos.
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