El día parece tener cada vez menos horas o nosotros cada vez más actividades. Lo cierto es que algo no funciona si se está complicando demasiado encontrar un momento para sentarse a leer. Ni hablemos de lograr mantener el rato de lectura cuasi sagrado en la rutina diaria. Por eso, vayan algunos consejos que pueden servirnos para tener asegurada nuestra cuota diaria de tiempo para disfrutar de un buen libro.
1. Programa un rato diario de lectura
Este paso es más fácil decirlo que hacerlo por eso la idea es pensar en esos momentos del día en que no hagas mucho, algún tiempo muerto que puedas dedicar a leer. Si viajás en transporte público –y tenés la dicha de conseguir asiento- es ideal tener el libro a mano y por eso es común de ver mientras viajás en colectivo, por ejemplo, mucha gente leyendo.
También los breaks que puedas tomar durante el día, esos 15 minutos para descansar en el trabajo en vez de usarlos en mirar el techo pueden servir para leer. Un tiempo del almuerzo, en el baño o mientras se cocina la cena. Son todos huecos propicios que pueden ser aprovechados sólo con tener tu libro cerca.
Un consejo: si te gusta leer dos libros a la vez, siempre elige los mismos lugares para leer el mismo libro. Ayuda a la concentración.
2. Organizá o unite a un grupo de lectura con plazos límites
Muchas pequeñas librerías tienen clubs de lectura que agrupan a los lectores según los géneros y tópicos que más les gustan. Puede sonar algo raro al principio pero sumarte a alguno u organizarlo vos mismo con amigos y conocidos que comparten los mismo intereses es una buena manera de “obligarte” a leer asiduamente y, además, sociabilizar un poco.
Establecer fechas límites para terminar la lectura es útil para, una vez más, saber que el libro no quedará inconcluso en tu mesa de luz. Más útil te será si, como yo, sos de los “hijos del rigor”. Esta modalidad requiere de tu compromiso pero puede resultar muy satisfactoria.
3. Establecé un área especial para la lectura donde no haya distracciones
Hacerte el tiempo y unirte a grupos de lectura no ayudará de nada si no tenés un lugar en tu casa donde sentarte a leer sin distracciones. No tiene que ser más que un rincón con un sillón cómodo y buena luz, sin ruidos ni computadoras y menos celulares, donde dejarte absorber por las páginas de tu libro. Se trata más que nada de tener un sitio donde disfrutar de entrar y conocer otros mundos a través de la imaginación y de dejar de ser multitarea por un rato y relajarte.
4. Aceptá a dejar de lado los libros que no te gustaron y encontrá los que amás
Aceptar que un libro no es para uno o no es para ese momento de la vida es más difícil de lo que parece (o, por lo menos, lo es para mi). Decir “no me gusta” y devolverlo al estante hasta cuando se sienta la necesidad de leerlo más adelante es una manera de hacer la lectura un acto de placer y no de obligación.
Me ha pasado varias veces: la historia era densa, no podía conectar con los personajes, no podía pasar de un párrafo pero insistía en leerlo porque era un clásico o porque era un gran autor que “había que conocer”. A veces hay que saber dejar el libro inconcluso y pasar a otro que realmente nos cautive. Encontrar lo que nos gusta, el género, el autor, es saber que siempre querremos hacernos un tiempo para disfrutar de un buen libro.
Vía: LifeHacker/ Imágen en Flickr
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