El año era 1998. Una pequeña Ceci que había aprendido a usar Internet para estar al tanto de sus dibujos animados favoritos se entera que Captain Simian and the Space Monkeys no se iba a seguir haciendo. Ahora, más de 12 años después, resulta que estudios avalan lo que ya intuía en ese momento: las series que se cancelan causan malestar emocional.
En realidad lo que se descubrió es que aquellos que miran TV como una forma de compañía suelen tener síntomas de angustia temporales al cancelarse una de las series que siguen.
Antes de que griten ¡qué perdedores!, hay que aclarar un par de puntos. Esto tiene que ver con la relación que establecemos con los personajes, y se aplica perfectamente también a libros o películas. Pero definitivamente los niveles de angustia no se comparan con la ruptura de una relación con gente de verdad.
Más allá de lo gracioso que resulte esto, tengo que admitir que la cancelación prematura, o incluso el final natural de una serie que realmente me gusta me suele poner algo triste. Lo mismo me pasa cuando termino de leer un libro (experimenté eso sobre todo con la saga de Harry Potter).
Y es que parte de lo maravilloso de involucrarse en un mundo de ficción, sean extraños perdidos en una isla o hobbits en una misión épica, es poder relacionarnos con esos personajes, que eventualmente se convierten en amigos imaginarios que nos han guiado por un camino maravilloso.
Así que la próxima vez que se termine su show favorito y se sientan un poco mal, que no les dé culpa. No estamos solos 😛
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