Claro que no en un sentido literal, sino más bien en aquellos casos en que el diseño y la tecnología no encuentran una armonía. Luego de ver presentación tras presentación de nuevos smartwatches en los últimos meses y esta semana en el CES, no podía dejar de pensar cómo las empresas estaban errándole a un punto fundamental, el diseño. Lo cual obviamente pienso desde mi punto de vista como consumidor, no como un diseñador (lo cual no soy), igual que mi opinión en este artículo.
Comentaba en Twitter hace unos días que si una empresa de tecnología hiciese un smartwatch igual de hermoso que mi reloj Citizen, el cual me da ganas de utilizar a diario, no solo por la simpleza en su utilidad (es un reloj, y sirve como tal, nada de adornos ridículos), sino por su belleza como accesorio y complemento de moda, además de un punto fundamental: no necesita un cambio de pilas constante, se carga solo, mediante una celda fotovoltaica en la base sobre la cual se apoyan las manecillas.
En un principio pueden parecer parámetros sencillos, incluso tontos dirían. Pero no he visto una sola empresa que reúna todos estos requisitos que para mí serían los ideales en un producto de esta categoría.
Ayer caía en un artículo de Valentina Palladino en The Verge, donde justamente desarrolla un punto parecido al que quería tratar. Si, desde un punto de vista técnico, los productos wearable son geniales, incluso pueden ayudarnos en varias actividades de nuestra rutina diaria; pero desde un punto de vista estético, pocos productos de esta categoría logran llamar la atención, y muy pocos dan verdaderas ganas de llevarlos con nosotros 24/7. Si, por amor a la tecnología me dan ganas de probar todos y cada uno de ellos, me da curiosidad, pero ahí justamente no está el punto. El punto es que lleguen a un nivel de que no querramos sacárnoslos de encima (por más creepy que pueda sonar)… o algo intermedio.
Palladino menciona la conferencia de Intel en la que anunciaron que se asociarán con varias empresas de moda de Estados Unidos como Barneys New York, Opening Ceremony y The Council of Fashion Designers of America. Vamos a obviar por un segundo que después de presentar un prototipo de smartwatch increíblemente horrible y falto de personalidad, digan que se asocian con empresas de moda, y saltemos al punto fundamental a recalcar de la conferencia, el cual proviene de la COO de Barneys NY (Daniella Vitale), quien compartió algunas palabras en el escenario. Vitale dijo -parafraseando-, que la moda trata sobre la estética y la personalidad, cómo algo luce, cómo luce sobre tu persona y cómo te hace sentir cuando lo utilizas, «las cosas que utilizamos son un reflejo de nosotros mismos», y aunque este último es un punto que podríamos discutir bastante (no coincido al 100%, hay muchos factores que determinan qué usamos), sí podemos concluir que a las empresas que producen wearables les hace falta una ayuda.
Sobre todo si quieren conquistar de una vez por todas el mercado masivo de consumidores que miran espectantes estas nuevas propuestas. Y no estoy hablando de nosotros los fanáticos de la tecnología que estamos pendientes del último lanzamiento, especificaciones técnicas y features, sino aquellas personas que simplemente quieren productos que simplifiquen de alguna manera su vida, y que no los haga verse ridículos mientras tanto. Porque, seamos sinceros, utilizar un smartwatch hoy en día podría compararse a quienes usaban un Casio Databank en los 80. Implica más un «mírenme, soy un early adopter/geek/conocedor/fanático de tech» que «mírenme, estoy a la moda«.
El diseñador del Pebble, Steve Johns, menciona una de las razones por las cuales tenemos el panorama actual entre el diseño y al tecnología. Para el, no es que los diseñadores tengan dificultades en diseñar productos bellos, sino que la tecnología misma no está lo suficientemente madura para cumplir con demandas exigentes de diseño.
Lo cierto es que hasta que no haya una armonía en cuanto a la tecnología que podemos utilizar para estar a la altura de diseños innovadores, no tendremos un producto que cumpla con todas las características que mencionaba. Claro que hubo presentaciones interesantes, pero son escasas (¿2? ¿3, tal vez?). Por suerte, la industria crece cada día, y solamente es cuestión de tiempo hasta ver algo realmente prometedor. Mientras tanto, yo sigo con mi reloj analógico, y que la industria me sorprenda en estos meses.
Un -gran- update
En un halo de iluminación capaz de mover a cualquier geek amante del diseño, Gábor Balogh, un diseñador freelance, publicó en Behance un increíble proyecto que de hacerse realidad rompería con todos los esquemas planteados durante este artículo.
El concepto de Balogh se basa en 4 pilares fundamentales:
- Mantener los valores y la calidad tradicionales.
- Funciones cuidadosamente seleccionadas.
- Fácil sincronización con un smartphone.
- Manipulación libre de manchas.
Los controles del mismo son realmente sencillos. Utiliza solamente el bezel del reloj, no es touchscreen (lo que ahorra mucho espacio en su diseño), y los botones laterales. En las palabras del mismo Balogh: «I like products with discreet technology», algo que se nota en su diseño encaminado al minimalismo, pero sin dejar de lado su filosofía funcionalista (los opuestos se atraen. O combinan, mejor dicho). El punto fuerte se encuentra en su UI, nada de apps inútiles (si, te estoy mirando a tí, Samsung), la información se muestra de forma clara y precisa, solamente cuando el usuario la necesita.
Lo cierto es que, lamentablemente, este concepto es solo eso, un concepto, una idea plasmada. Como bien establecen en The Verge, hay algunos obstáculos tecnológicos que deben ser sorteados para que este smartwatch pueda ser llevado a la realidad. Por una parte, me encantaría ver a Google o Apple salir con un producto de esta calidad (creo que Google dejó en claro con Glass que es capaz de mucho en términos de wearables), pero por otra, también me encantaría que Balogh pueda, si está dentro de sus planes, desarrollar este smartwatch con alguna de las míticas empresas relojeras del mundo, desde Tag Heuer o Breitling, hasta Citizen o Tissot, o ¿por qué no apuntar al crowdfunding? Un concepto de esta calidad tiene mi atención de entrada, y quien lo lleve a la realidad, también mi dinero.
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